jueves, 15 de octubre de 2009

Entrevista a Fogwill

Chicos: acá les mando un fragmento de una entrevista que realizó la Revista Ñ a Fogwill. En dicha nota habla de Los pichiciegos. espero quer les guste.
Saludos. Lu.

31 marzo 2007
Fogwill en Ñ
Extracto de la entrevista realizada por María Lujan Picabea, publicada en Revista Ñ el 31/03/2007
¿Cómo nació la idea de escribir Los pichiciegos?
Al día siguiente del comienzo de la guerra [de Malvinas] quise imaginar la situación. Hay un cuento mío, publicado en 1979, que se llama "Muchacha Punk", donde ya había hablado de la imagen del malvinero, y del argentino como malvinero. Los británicos siempre despreciaron a los kelpers pero al momento de la guerra el valor sagrado de la propiedad británica prevaleció. Tenía esa idea por un lado. Por el otro estaban los milicos, a los que yo veía mucho en esa época, porque trabajaba en una agencia de publicidad que era un negocio de los militares. Yo los veía, veía su ingenuidad, su argumentación... También veía a los chicos de 18 años, y yo sé lo que es un chico de 18 años, sé que no puede aguantar las condiciones... menos un chico de mamá. Con esa variable concebí mi guerra.
¿Cómo fue la creación del lenguaje de la novela?
Bueno porque yo sé -cosa que los escritores realmente no saben-, sé que cuando uno arma una institución, cuando uno cierra un espacio, inmediatamente surge una manera de santificar ese espacio y se crea una jerga. Una vez una profesora de Letras me dijo que tenía la sensación de que la novela estaba escrita como en latín. Para mí es la sintaxis del habla, que no creo que tampoco sea la sintaxis natural con la que se habla, pero ¿quién diablos sabe cuál es la sintaxis con la que se habla? El léxico, en los pichis no es tan grande y además es muy explícito porque dice: "llamaban..." Nadie que copia un lenguaje puede adjuntarle un diccionario. Cuando uno utiliza una sintaxis improbable en este tipo de países que son endocolonizados con un trabajo de siglos para imponer un lenguaje, una buena manera, un buen decir, cuando uno altera eso siempre está sugiriendo una subalternidad del que habla. Se ve todavía en la televisión, cuando hay que poner a una boba en la televisión habla con cantito. Lo que buscaba era revelar esa constante tendencia a eludir todo rasgo de origen en el lenguaje.
¿Por qué pichiciegos?
Lo de pichiciego era algo que estaba muy relacionado conmigo. Yo estuve preso en el edificio de la Cámara Federal, y en ese lugar había gente de todo tipo: había tipos sobrantes de los campos de concentración, había pistoleros conocidos, de todo. Un sábado a la tarde cayeron dos chicos muy jovencitos y muy débiles, recién llegados de Catamarca. Acababan de llegar y alguien les dijo que en el Once podían conseguir trabajo, y allí fueron. La cosa es que los encontraron con paquetes y qué sé yo, los metieron presos. Estaban desesperados, pensaban que los iban a matar. A la noche, para poder dormirse resucitaron un viejo hábito: se contaban cuentos. Uno decía: -¿Te acordás de la víbora negra? Y el otro decía: -Ahhh, -y largaba la historia. Tenían muchas historias, todas eran muy buenas, tenían un léxico muy especial. Las historias se iban espaciando a la noche y siempre después de un rato de silencio uno le decía al otro: -Chango, ¿sabés qué? -¿Qué? -respondía el otro-. -Con qué ganas me comería un pichiciego. En el libro los inmortalicé. Yo, claro, hasta ese día no sabía lo que era un pichiciego.
Revista Ñ, edición número: 183, págs. 14-15

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