Julia, en cambio, tenía su futuro comprado. Hija de reconocidos profesionales, nunca le faltó nada, pero aún así dedicaba su vida a tareas de ayuda social.
El destino quiso que se cruzaran una noche, y algunas otras más.
Estos des-parejos comenzaron a salir. Quizás sin darse cuenta de que verdaderamente, mas allá de sus diferencias los unía un lazo, hasta ese entonces imposible de romper … el del amor.
Ambos tenían una rutina demasiado exigente. Julia dedicada, apasionada a su trabajo, y Marcos ambicioso, siempre pretendía más de sus pobres negocios. Justamente por eso no convivían, su relación marchaba bien así, y esto también se evidenciaba en los tres años que llevaban juntos, cuando se encontraban todo era alegría.
- ¡Alegría, vos no te imaginás la alegría que tenía ese ser humano!
- No no, pero vos no lo conocés, salió con los compañeros de la empresa, a mí me dijo – pronunció con voz inocente
- Yo sé que no querés creerlo Julia, pero creelo, Marcos estuvo toda la noche con la morocha, y no dudaría en que se hayan ido juntos.
Una noche de excesos el fin de semana en Marcos, parecía romper los esquemas de la vida de Julia. Supuestamente era una cena para cerrar negocios, un par de proyectos estancados.
Julia no podía dudar de su amiga, y conociendo los deslices pasados de Marcos, era una historia que debía afrontar.
Su personalidad no era la del tipo vengativa pero por única vez en su vida, hizo la excepción.
El lunes era la cita, una cena, ahora sí para cerrar un asunto muy importante. Julia decidió que el restaurant más exquisito de la ciudad sería el escenario.
- Elegí lo que quieras mi amor, que esta noche merecemos darnos todos los gustos – dijo simulando, que todo estaba bien
Marcos sin dudarlo, eligió el vino más caro, le gustaban los de tipo tinto, también como plato principal pescado, una rareza traída de algún mar que nadie conocía.
Julia saboreaba la venganza en su boca, podría haberse saciado sólo con el pan, ya nada le importaba más que humillar a Marcos.
A la hora de optar por el postre, ella sugirió helado de limón.
- Nada mejor que algo un poco ácido, para contrarrestar lo dulce – dijo.
Marcos la miro absortito, por un momento sintió que no comprendía nada, y de repente un sentimiento de culpa lo llenó por dentro.
La velada parecía terminar de manera perfecta y quién sabe lo que Marcos creía que vendría después, pero Julia hizo que la realidad volviera un rato entre ellos y pronunció las palabras:
- Dios quiera que te intoxiques, y nunca más lastimes a nadie. Marcos, yo ya no me creo mas tus cuentos – casi se le quiebra la voz, pero despacio mientras pronunciaba el edicto se fue levantando de la silla.
Èl no dijo nada, solo balbuceó. Julia se incorporó e intentó pensar en otra cosa, su plan estaba por terminar y merecía verlo con orgullo.
Rápidamente tomó carrera y escapó de aquel paraíso dejando a Marcos con el corazón roto y con una cuenta con muchos ceros que pagar.
Sabía que le había tocado su punto más débil, y sentada en una esquina a un par de cuadras riéndose sola, deseaba que cuando lavara la vajilla, el reflejo de su rostro se le apareciera en alguna copa.
@natalia quiroz
Jajaja ¡podemos ser malas eh! Ojo con nosotras.
ResponderEliminarMuy bueno Nati ¿Es el relato de la venganza de textos I?
Muy bueno Nati!!! Me re enganché con la historia. Alta venganza eh. Billetera mata traidor.
ResponderEliminarsiii, lo hice para textos I! tenía con que inspirarme! jaja
ResponderEliminarEstá bueno, a veces la consigna es el disparador. A mí también me gustó el que hice sobre la venganza para textos I aunque debo reconocer que el mío era mucho más trágico (me había levanrado cruzada jaja).
ResponderEliminarSi tenés otro subilo así seguimos leyendo :d